domingo, 30 de marzo de 2014

No quiero llegar a la cima si tú no estás encima.

Ningún anochecer podía dormir tranquila. Mis dudas, sentimientos, mis desconfianzas, mis errores... todo estaba volando en mi cabeza sin ver la solución de cada una de las cosas. La única manera que me tranquilizaba era pensando en él. Soñaba que mi cabeza se apoyaba en su pecho y que su mano firme posaba en mi cuello. Los latidos de su corazón eran como las agujas del reloj pero había una pequeña diferencia, sus latidos me tranquilizaban y me hacían sentir resguardada. 
Parecía un escudo todo su cuerpo, ningún mal podía entrar ya que él siempre me iba a proteger.
Giré la cabeza para mirarle y observé sus ojos penetrantes observándome con cara de dulzura. Era increíble como me reflejaba en sus ojos, tenía unos colores tan vivos y serenos que parecían un espejo.
Su mano me envolvía plácidamente haciendo que mis ojos poco a poco se cerrasen.   

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